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domingo, 18 de noviembre de 2018

Nace una estrella o Bohemian Rhapsody: ¿cuál decepcionó más al público?

Cuando estás en este negocio, el deber te obliga a dejar de lado el fanatismo y a la groupie que llevas dentro. No importa que tanto ames a Colin Firth o  llores porque Mr. Darcy no existe, cuando debes juzgar un contenido, debes ser imparcial. Y yo trabajo del contenido. (Aquí no, pero así dicen algunos). 

En este último mes, será fácil que encuentres en la cartelera local las películas Nace una estrella y Bohemian Rhapsody. Yo las había postergado por semanas, pero con una cartelera tan pobre como la nuestra, pasan los días y solo te toca ver aquellas películas que tanto comentan en redes sociales. 

Las advertencias no se hacían esperar. Seguramente has visto a algún contacto tuyo que, llorando, proclamase que la película de Lagy Gaga es la mejor del año. Y aún hoy se leen comentarios de personas que aseguran que la cinta sobre Queen es una fija en los Óscars 2019. Pero cuando yo salí de la sala, después de ver ambas películas, la misma confusión no dejaba de rondar mi cabeza. ¿Habíamos visto las mismas películas? 

Pero aquí no estoy para imponer mi punto de vista a nadie. Así que, haciendo uso de la parcialidad que este medio me permite, realicé una encuesta en mis redes sociales para saber qué opina el público sobre estas dos cintas (ambas sobre música).

Fuente: yo misma.

Los resultados no mienten. De 10 personas, 5.5 creen que A star is born fue realmente decepcionante. Mientras que 4.5 ciudadanos piensan que la peor fue la historia de Freddie Mercury. ¿Y la 1/2 persona? Siempre hay alguien que o no se decide o tiene miedo de ofender al otro. 

Mientras buscaba información sobre estas dos películas me di cuenta que muchos influencers (como yo) ya han dicho lo mismo, así que no quiero repetir las reflexiones sobre los cánones del cine. 

Lo que sí puedo decir es que es bastante frustrante, que a estas alturas del partido y con tanto buen cine por disfrutar, hayan grandes productoras que gasten millones de dólares para hacer películas mediocres con el mismo mensaje cliché de la época de mi abuelita. (Y mi abuela nunca fue al cine).

Es realmente insultante que usen a una artista tan original como Lady Gaga para repetir una película que narra la historia de amor tóxica entre una alcohólico y una chica talentosa pero con baja autoestima, que renuncia a sus ideales y se deja influenciar por la industria. (Ojo, la dirección y las tomas fueron hermosas, pero no todo son recursos gráficos. La historia es súper mediocre).


Y hablando de mediocridad, la película sobre Queen ya batió todos los récords. No es posible mostrar a un genio como Freddie, un incansable perfeccionista del arte, para contar la historia moralista de que los excesos son malos, porque solo te alejan de los que te quieren y te da sida. ¿En serio? 

Con tantas películas buenas en todo el mundo, ¿van a desaprovechar esos recursos para narrar historias que ya las contó Thalia en su trilogía de telenovelas?

Creo que hay una crisis muy seria en Hollywood y es una pena, porque el cine tiene años de contribución, pero el público también ha cambiado y exige un poco más de creatividad. De relevancia. 

Con estas películas, me parece que se cierra la cartelera por un par de semanas, porque no veo nada más novedoso por venir. Solo espero el estreno de Viudas este 29 de noviembre, con mi amada Viola Davis.

Y si no has votado, ahora te toca a ti. Coméntame cuál es la película que más te va decepcionando en lo que va del año, para regodearnos juntos sobre nuestra alta cultura del cine.

Besos.


viernes, 9 de noviembre de 2018

El ángel: el cine argentino lo hace de nuevo


Este jueves 8 de noviembre se estrenó por fin El ángel, la película argentina que representa a esta nación en la preselección de Los Oscars. Esta nominación más los muchos buenos comentarios que ha recibido en redes sociales, convirtieron esta cinta en el estrenos más esperado de mi año cinematográfico. Y debo decirlo, valió la pena cada minuto de espera.

En serio, es un peliculón. El cine argentino es de otro nivel y lo ha vuelto a demostrar. Esta historia habla de un sociópata de los 70s en Argentina, que a la corta edad de 20 años, ya había cometido 11 asesinatos y estaba buscado por toda la policía, la armada, la fuerza aérea y hasta por la OTAN. (Mentira, exagero, pero sí fue muy buscado en su época). 

Sin embargo, lejos de mostrarnos la cara de un asesino, lo que esta película logra es enamorarnos del protagonista, tan onírico, irreal, ligero, sin responsabilidad, envidiable y, claro, con una carita que le bajaría el autoestima al mismo Leo Dicaprio en sus años mozos. 



Y es que la cinta no pretende juzgar, cuestionar, moralizar, ni enseñarnos algo más que no sea el disfrute de cada segundo de vida, con el mismo estilo que tuvieron personajes tan livianos y entrañables como Simon Tanner (Robert Walser, 1978), Bartleby (Herman Melville, 1856) o Rudolf Ivánovich, el agente ruso en El puente de los espías (2015). 

Las tomas cerradas directa a los detalles, el ambiente, los colores, la música, todo hace que te des cuenta que este país tiene otra concepción del cine. Una en la que el objetivo no es otro que el uso de los recursos para la autocomplacencia.

A principios de año, cuando fue estrenada en la tierra del tango, leí incluso un comentario que la denominaba como LA MEJOR PELÍCULA ARGENTINA DE LA HISTORIA. Mira que decir eso no es poco. Y aún así se me hace difícil negarlo. Ya que las dos películas que ganaron el Oscar en años anteriores son muy diferentes entre sí. Una de corte más político y otra más sorpresivamente cuestionadora. Esta es diferente. Es sublime. 

Wiñaypacha la tiene difícil. Muy difícil. Casi imposible.

Otra observación aparte es que esta película acaba de llegar y solo tiene 3 salas en Cineplanet. Y hoy, en la función del día, la sala no tenía más de 10 espectadores. Si estás leyendo esto y en algo pude llamar a tu curiosidad, te ruego encarecidamente que vayas a verla este fin de semana. En serio, no te vas a arrepentir.

Nos vemos en el #ElAngelChallenge

jueves, 1 de noviembre de 2018

3 hechos que demuestran que El cuento de la criada tiene más de realidad que de ficción

Sí, lo sé, he pasado por largos momentos sin escribir en este blog y seguramente a nadie le interesa. Excepto a mí, seguramente soy la única personas que se tortura por cada día en la que no puede continuar con un proyecto. Espero que ahora sea diferente, como siempre. 

Acabo de terminar de leer El cuento de la criada, de Margaret Atwood, ¿ya la leíste o viste la serie? ¡Coméntame que te pareció! 

No quiero repetir lo que Wikipedia te puede decir: es una obra distópica escrita en 1985 y que destaca por su pensamiento (sin querer serlo) feminista y la crítica a los gobiernos totalitarios. ¿Por qué digo sin querer serlo? Pues porque la autora ya declaró que ella no se percibe como feminista, seguramente dejándose llevar por las malas interpretaciones y generalizaciones de la actualidad.

Sin embargo, hoy no te quiero spoilear. Así la hayas leído/visto, hoy quiero hablar un poco sobre estos factores relevantes que sirven de entorno en El cuento de la criada. 

3 hechos que demuestran que El cuento de la criada tiene más de realidad que de ficción

Como bien se sabe, muchas veces la realidad supera a la ficción, y tenemos la historia de la civilización para demostrarlo. 

1. El robo de bebes

Y las abuelas de Mayo lo saben. Durante los años 70s, Argentina, Chile, Paraguay, Bolivia y Brasil vivieron una etapa negra de dictaduras militares, que buscaban erradicar todo indicio de Comunismo en sus respectivos territorios. (Recuerda que estamos en el contexto de la Guerra Fría). 
Para ellos, no escatimaron en estrategias de tortura. Uno de estas tácticas fue la desarticulación de familias a través de la apropiación de bebés. Es decir, si eras una izquierdista en cautiverio embarazada, esperaban a que dieras a luz para luego robarte al bebé. La misma suerte tenían los niños pequeños de padres izquierdistas. De esta manera, quitaron el derecho a la familia y a la identidad a tantos niños en América. Este caso se popularizo notablemente en Argentina, quienes lo han puesto en discusión desde diferentes formatos, como la película La historia oficial (primera película argentina en ganar un Oscar) que ya puedes encontrar en Netflix. 


Sin embargo, Argentina no fue el primer país en ponerlo en práctica. Durante el Franquismo que se vivió en España, esta aberrante táctica ya era una realidad. 
Y ya no hablemos del mercado de bebés a cargo de la Iglesia Católica que se sufrió en Irlanda (y seguramente en muchos países más), como lo narra la película de Philomena

2. El fanatismo religioso

Muchos siglos antes de que las guerras se tratasen entre corrientes políticas opuestas, las grandes disputas se iniciaban por mantener un orden que estaba más allá de las estrellas: el religioso. Pero no tengo nada en contra de la religiones, de hecho vengo de una familia de fuerte tradición católica (impuesta por los invasores españoles). Sino, el problema es con los fanáticos religiosos. Aquellos que te juzgan por cada paso que das si es que no está escrito en las sagradas escrituras. O quienes son capaces de vender a su hijo gay solo por la vergüenza de que pertenezca a su familia. 
Justamente este fanatismo es que el rebalsa en la obra de Margaret Atwood. Un gobierno sustentado por la religiosidad, y que lo marca en cada estructura de la sociedad. Este fanatismo que finalmente se traduce en un puritanismo, de esos que la historia tiene tanto, como los que se vivieron en Irlanda o en Salem. Una cacería de brujas con todas sus letras. 

3. Persecución a los disidentes

Ya acá no hablamos de un hecho, sino de una práctica naturalizada en todas las formas de civilización occidental. Y como ejemplo están los presos políticos en Cuba, la prisión de Guantanamo de EE.UU., y un sin fin de cuarteles de tortura en todo el mundo. 
Y ¿quiénes son los disidente? Pues toda persona que no piense igual al gobierno regente o no se encuentre dentro de los estándares que ellos disponen: como gays, gitanos, comunistas, católicos, protestantes, musulmanes, realistas, liberales, republicanos, feministas, obreros, etc, etc, etc. De estos hay ejemplos por montones.

Porque al final, en cada historia hay dos o más bandos que se enfrentan, y cuando uno gana, los demás entran en cautiverio. Ya se borró la línea entre los buenos y malos; solo quedan los vencedores o perdedores. 

Con todo esto, solo queda expresar lo ansiosa que estoy por ver la serie. Mientras tanto los dejo con esta lectura de uno de mis párrafos favoritos: 

lunes, 21 de mayo de 2018

Música que te lleva a Las Estrellas (el trece)

Quienes me conocen saben que amo las novelas. Estoy certificada en melodramas mexicanos, argentinos, algo de Colombia y una chilena. Las amo. Crecí con la televisión prendida. De esa generación que hacía su tarea mientras veía María la del barrio en las mañanas. Luego, cuando la televisión por cable se democratizó, me volví adicta a Rubi, A mil por hora y Amor Real. Luego descubrí Youtube, y volví a ver Erreway, Rebelde, conocí a Casi Ángeles y se marcó un precedente en mi vid: mi obsesión por Lali Esposito; pero esa es otra historia.

Si empecé estás líneas es porque quería hablar de la última novela que he visto. En enero o febrero de este año terminé de ver Las Estrellas por la web de eltrece. Me la habían recomendado con insistencia por su historia de mujeres, pero lo que más me llamaba la atención era el reparto conformado por muchas actrices que yo había visto en novelas juveniles como Verano del 68 y demás. Finalmente, conforme pasaban los capítulos, me dejé envolver por su historia y renegar por la histeria de sus protagonistas. Pero este post no está dedicado para hablar de su trama que al alargarse perdió consistencia, sino por lo más mejor que me aportó sus episodios: la música. 

Si en algo vale la pena seguir a los argentinos es por su buen gusto en escoger sus soundtracks. Lo mismo me pasó con el unitario El Puntero, también de Argentina, pero ya habrá más tiempo de hablar de esa genial miniserie. (En serio, mírala acá).

Pero vallamos al grano, a continuación la lista de interpretes que más gusto me dio conocer y que son mi nueva obsesión de este año. Todas me encantan, no hay un orden específico. 

1. En el último trago: Chavela Vargas
Bueno, a Chavela ya la conocía, pero a esta canción no. La canta una de las protagonistas, pero en la voz honesta de Chavela suena mil veces mejor. 
Lo que más me gusta: su letra. No tiene melodías nuevas ni innovadoras, pero la letra te llega profundamente. 
"Esta noche no voy a rogarte. Esta noche te vas de a veras".
Escúchala aquí:



2. Revolución: Debi Nova
Con ella se inicia una lista de cantantes femeninas que le cantan a algo más que al amor. Cuentan una historia. Se reivindican. Motivan. Esta canción sobresale por que su estilo es diferente, nuevo. Sin embargo, el último disco de Debi Nova es aun mejor (Gran Ciudad, 2017). Escúchalo aquí, en especial la canción que da inicio Club, Gran ciudad, El amor lo quita todo, y todas en general.

Te dejo la canción que aparece en la novela a continuación: 


3. Caníbal: iLe
Ella está el tercer lugar porque no me gusta montar jerarquías y prefiero respetar el orden de apariciones en la novela. Pero sí fuera justa, ella estaría en el primer lugar de todos. Es una de las únicas cuyo disco me obsesionó (y obsesiona) por jornadas completas. 
En primer lugar, debemos decir que iLe es nada más y nada menos que la hermana menor de Residente de Calle 13 y la voz femenina de dicho grupo. Pero cuando la descubrí en esta novela fue cuando brilló más que cantando los coros de No hay nadie como tú.
Su disco iLevitable que sí o sí debes escuchar aquí, tiene 13 canciones completamente diferentes una de otra. Diferentes en melodía, en historia, en género, en esencia. Cada una fue una inspiración a lo que es contar con originalidad. Su voz es una rareza muy real y propia, donde se siente su verdad en cada palabra. ¿Mi favorita? TODAS. En serio, escúchenla. Mientras, las dejo con la canción que más me llamó en la novela: 

 

4. Estrellas estrelladas: Erica García
Hasta aquí, lo que me presentaba Las Estrellas eran cantantes que no conocía, pero con las que ya simpatizaba en estilo musical. Sin embargo, descubrir a Erica García fue pasar mis propios límites. Soy una mujer clasica con gustos muy seguros y generales, pero Erica derribó eso con un soplido punk. ¡Y fue una trampa! Porque esta canción no aparenta ser lo que en el fondo oculta esta mujer. 
Los invito a escuchar su disco Amorama del 2017. Pueden encontrarlo en spotify aquí. Todas fueron un grito, el grito que en su momento necesitaba. Me encantan: Positiva, Ya no me importa nada y Yo no tengo la culpa. Bueno en realidad, son las que más canté y recuerdo. Pero todas son muy buenas. No encontré el video de la canción de Estrellas estrelladas, pero puedes encontrarla en Spotify aquí.
Mientras los dejo con una canción muy personal: 

 

Aquí acaba mi lista de cantantes a quienes me fue muy grato descubrir gracias a esta novela. Lo más es más de lo de siempre. Románticas y románticos que le cantan al amor y desamor. Me llama la atención no haber encontrado hombres que canten algo diferente. Debe ser por la visión de los propios directores de la novela, no piensen mal 😛

En la serie El Puntero se reivindican, no se preocupen. Ojalá me alcance el tiempo para hacer una nota al respecto. 

Mientras tanto, me despido. Hasta la próxima.  

domingo, 6 de mayo de 2018

5 MOMENTOS EN LOS QUE LEONORA ME ENSEÑÓ SOBRE LA VIDA

Leonora (Elena Poniatowska, 2011) ha sido la experiencia gráfica más viva que he podido experimentar gracias a la lectura de un libro. Su narración fue un viaje a borde de intermitentes pinceladas que dibujan el gran cuadro que fue su vida. Una vida que podría considerarse un manual completo de desobediencia. Desobediencia que proviene de una convicción personal muy férrea. 

Leer a Leonora ha sido muy inspirador, por eso espero que la siguiente lista de momentos me ayude a alargar un poco en la memoria todo lo que ella me ha enseñado sobre la vida. 


1. Empezó a estudiar arte a los 19 años: a pesar de que nació dentro de una familia acomodada, ella buscó su independencia y realización por sus propios medios. Mientras sus padres la querían como una chica de sociedad, ella se veía a sí misma como un ser único, quién debía seguir su propio camino y hacer su propia historia.

2. Se enamoró sin ataduras: con tan solo 20 años se enamoró del pintor Max Ernst, quién le duplicaba la edad y estaba casado. No es una oda al libertinaje y al adulterio, sino al amor sin límites que no conoce de convencionalismo ni de ataduras y que es capaz de conducirte por el crecimiento personal y profesional. De hecho, lo amó tanto que cuando la SS arrestó a Max por su origen judío, su dolor la llevó a tener problemas psiquiátricos que terminaron por conducirla a un manicomio en la España franquista. 

3. Se puso en primer lugar de sus prioridades: luego de ser dada de alta del hospital psiquiátrico y huyendo de su familia, decide irse a New York y luego a México con el periodista Renato Leduc, y junto a otros artistas progresistas que escapaban del Fascismo. En New York se reencuentra con Max, quien le pide que se quede con él y retomen su romance. Y a pesar de ella lo seguía amando, ella se escogió a sí misma y a su propia tranquilidad. De esta forma parte a México casada con Renato.
4. Supo ganarse la vida: Ya en México se divorcia y se vuelve a enamorar de un fotógrafo europeo, a quien la guerra también golpeó cruelmente y con quien sienten una empatía recíproca. Con él tienen dos hijos, y a pesar de la pobreza de ambos, Leonora sabía que debía sacar adelante a su familia con lo que sabía hacer: pintar. 

5. Fue fiel a sí misma: y por último, si hay algo nos deja Leonora es que debemos vivir bajo nuestras propias reglas. En donde te encuentras, estés haciendo lo que estés haciendo, construye tu propio mundo y vive bajo tus propias reglas. Solo te debes lealtad a ti misma, y así debe ser hasta tus últimos días. 



Casi al final del libro, también aprendemos que la locura es contagiosa. Pero de la mejor manera. Si vives para ti, finalmente inspirarás a más personas a seguir tu camino. Escribirlo y racionalizarlo puede hacer que parezca un libro de autoayuda, pero la autora no soy yo. Esa fue tarea de Elena Poniatowska y sus hojas hablan por sí solas.


domingo, 8 de abril de 2018

¡No me digas solterona! ... otra vez


Hace muchos años, un profesor de teatro me dijo: “Si siempre te digo que está bien, no te vas a desarrollar, Karen”, y le creí. Muchas veces, recibir solo felicitaciones nos hace más daño, porque no nos da esa mirada de los ángulos que se deben limar para que todo tu trabajo esté perfecto. Esto lo recordé luego de ver el amable recibimiento que ha tenido la película peruana No me digas solterona, de la directora y guionista Ani Alva Helfer.

No me digas solterona sin duda es una de las comedias más frescas de nuestra cartelera peruana, casi siempre abarrotada del mismo humor obsceno y machista al que nos tienen acostumbrada. Ese esfuerzo se celebra y se saluda. Otro punto a favor es Patricia Barreto. Su talento y carisma hacía que en muchos momentos de la película solo me detuviera a ver sus gestos para confirmar lo gran actriz que es. Ella es el 90 % de la película, el otro 10% se lo lleva André Silva.

Pero ahí se acaba. Ni la sororidad puede impedir que diga que el resto de la película sea una de las menos originales que se hayan realizado. Comenzando porque por su misma sinopsis la convierta en una versión resumida de la novela chilena Soltera otra vez, donde la trama se mantiene. Una chica de 30 y tantos termina con su novio de años por otra mujer más joven y que, como siempre pasa, está salido de un comercial de cervezas. Y las coincidencias se mantienen, la mama insoportable, las 3 amigas (cada una con una personalidad diferentes, donde dos de ellas tienen pareja y la otra disfruta la soltería sin compromisos), los diferentes prospectos de pareja que pasan rápidamente, uno que sobresale por su perfección y el mejor amigo que sirve como una especie de guía espiritual.

La elección de André Silva para este último personaje sí me pareció muy interesante. Su prototipo físico era tan poco familiar para lo que nos tienen acostumbrados, que la sola idea de que él fuera el protagonista masculino nos hacía ruido interno. En la sala se escuchaban comentarios como: ¿con él se va quedar? Naa.

Realmente, si este enlazamiento se concretaba hubiera sido un golazo contra los estereotipos del cine peruano. Pero no. Aún en ese momento, su máxima oportunidad de hacer algo diferente, prefieren no concretar en enlace. Solo se quedó como el amigo. Espero que sea porque habrá una segunda parte donde la relación se hará realidad.

Por lo demás, es muy predecible. O será porque yo ya había visto la novela, porque tampoco voy a negar que todos en la sala se reían y disfrutaban.

Ani, lo hiciste, es una bonita película, y seguramente hemos visto las mismas novelas chilenas y argentinas para notar las similitudes. Seguramente podríamos ser muy buenas amigas y llorar juntas en la nueva película de Sex and the city, pero eso no quiere decir que aún hay más por hacer y descubrir. Ya te inspiraste en otros. Es momento de hacer algo diferente. Descubrir tu propio estilo, tu propia voz.

¡Que sigan los éxitos!
💓


PS: ya que hablamos de la novela chilena Soltera otra vez (que está por estrenar su tercera temporada), no puedo dejar de recomendar a su protagonista Paz Bascuñán, que en nuestra cartelera vimos en la película Sin Filtro. Buenaza también. Un ejemplo de cómo hacer una real comedia original y diferente. Está en Netflix. Mírenla aquí.

Eso es todo. 
Se despide su amiga, por siempre telenovelera 😉

domingo, 1 de abril de 2018

Los hermanos Tanner: tan egoísta como uno mismo

Últimamente siento que centralizo todas las conversaciones hacia mí. Es inconsciente. Solo fluye así. De pronto hablo con mis amigas y ya estoy cambiando su drama del momento por un consejo seguido por una anécdota personal. Fue sin querer. Si me pasó contigo, querido lector, lo siento.

Y el colmo de la monotonía o egocentrismo temático lo viví con Los hermanos Tanner, de Robert Walser, con el cual sentía que cada monólogo era escrito para mí. Era mi voz, mis pensamientos, mis momentos individualistas y egoístas los que salían a luz en cada párrafo. (Bueno, no en cada párrafo, pero sí en muchos y muy memorables).

Pero dejaré de sentirme única por un momento y le daré algo de crédito al autor, porque con esta, su primera novela (1907), el autor logró hacerse eco de las voces jóvenes que reclamaban vivir bajo su propia ley y sin obedecer a ningún sistema. Un poco como lo que inspira a los que ahora llamamos Millennials.

La novela presenta a Simon Tanner, un joven que se cuestiona sobre la necesidad del trabajo, las relaciones interpersonales, el papel que se espera de él y lo que él espera del mundo. Es un canto a la independencia, a la autorrealización, al derecho que tenemos de cometer nuestros propios errores y de morir en nuestra ley.

Acá les comparto un extracto de unas de las primeras páginas, la primera de las muchas historias que no me podía dejar de grabar por lo muy identificada que me sentía con el autor.



Por otro lado, he terminado de leer Basado en hechos reales, de Delphine De Vigan. Ahora sí estoy lista para ver la película homónima de Roman Polanski. Ni bien la haya visto, prepararé un post al respecto. La novela está muy recomendada 😉😉

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