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jueves, 1 de noviembre de 2018

3 hechos que demuestran que El cuento de la criada tiene más de realidad que de ficción

Sí, lo sé, he pasado por largos momentos sin escribir en este blog y seguramente a nadie le interesa. Excepto a mí, seguramente soy la única personas que se tortura por cada día en la que no puede continuar con un proyecto. Espero que ahora sea diferente, como siempre. 

Acabo de terminar de leer El cuento de la criada, de Margaret Atwood, ¿ya la leíste o viste la serie? ¡Coméntame que te pareció! 

No quiero repetir lo que Wikipedia te puede decir: es una obra distópica escrita en 1985 y que destaca por su pensamiento (sin querer serlo) feminista y la crítica a los gobiernos totalitarios. ¿Por qué digo sin querer serlo? Pues porque la autora ya declaró que ella no se percibe como feminista, seguramente dejándose llevar por las malas interpretaciones y generalizaciones de la actualidad.

Sin embargo, hoy no te quiero spoilear. Así la hayas leído/visto, hoy quiero hablar un poco sobre estos factores relevantes que sirven de entorno en El cuento de la criada. 

3 hechos que demuestran que El cuento de la criada tiene más de realidad que de ficción

Como bien se sabe, muchas veces la realidad supera a la ficción, y tenemos la historia de la civilización para demostrarlo. 

1. El robo de bebes

Y las abuelas de Mayo lo saben. Durante los años 70s, Argentina, Chile, Paraguay, Bolivia y Brasil vivieron una etapa negra de dictaduras militares, que buscaban erradicar todo indicio de Comunismo en sus respectivos territorios. (Recuerda que estamos en el contexto de la Guerra Fría). 
Para ellos, no escatimaron en estrategias de tortura. Uno de estas tácticas fue la desarticulación de familias a través de la apropiación de bebés. Es decir, si eras una izquierdista en cautiverio embarazada, esperaban a que dieras a luz para luego robarte al bebé. La misma suerte tenían los niños pequeños de padres izquierdistas. De esta manera, quitaron el derecho a la familia y a la identidad a tantos niños en América. Este caso se popularizo notablemente en Argentina, quienes lo han puesto en discusión desde diferentes formatos, como la película La historia oficial (primera película argentina en ganar un Oscar) que ya puedes encontrar en Netflix. 


Sin embargo, Argentina no fue el primer país en ponerlo en práctica. Durante el Franquismo que se vivió en España, esta aberrante táctica ya era una realidad. 
Y ya no hablemos del mercado de bebés a cargo de la Iglesia Católica que se sufrió en Irlanda (y seguramente en muchos países más), como lo narra la película de Philomena

2. El fanatismo religioso

Muchos siglos antes de que las guerras se tratasen entre corrientes políticas opuestas, las grandes disputas se iniciaban por mantener un orden que estaba más allá de las estrellas: el religioso. Pero no tengo nada en contra de la religiones, de hecho vengo de una familia de fuerte tradición católica (impuesta por los invasores españoles). Sino, el problema es con los fanáticos religiosos. Aquellos que te juzgan por cada paso que das si es que no está escrito en las sagradas escrituras. O quienes son capaces de vender a su hijo gay solo por la vergüenza de que pertenezca a su familia. 
Justamente este fanatismo es que el rebalsa en la obra de Margaret Atwood. Un gobierno sustentado por la religiosidad, y que lo marca en cada estructura de la sociedad. Este fanatismo que finalmente se traduce en un puritanismo, de esos que la historia tiene tanto, como los que se vivieron en Irlanda o en Salem. Una cacería de brujas con todas sus letras. 

3. Persecución a los disidentes

Ya acá no hablamos de un hecho, sino de una práctica naturalizada en todas las formas de civilización occidental. Y como ejemplo están los presos políticos en Cuba, la prisión de Guantanamo de EE.UU., y un sin fin de cuarteles de tortura en todo el mundo. 
Y ¿quiénes son los disidente? Pues toda persona que no piense igual al gobierno regente o no se encuentre dentro de los estándares que ellos disponen: como gays, gitanos, comunistas, católicos, protestantes, musulmanes, realistas, liberales, republicanos, feministas, obreros, etc, etc, etc. De estos hay ejemplos por montones.

Porque al final, en cada historia hay dos o más bandos que se enfrentan, y cuando uno gana, los demás entran en cautiverio. Ya se borró la línea entre los buenos y malos; solo quedan los vencedores o perdedores. 

Con todo esto, solo queda expresar lo ansiosa que estoy por ver la serie. Mientras tanto los dejo con esta lectura de uno de mis párrafos favoritos: 

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