Lo sé, me volví a perder. Pero no
podía desaparecer por completo sin comentar una de las novelas más hermosas y
esclarecedoras que haya leído este verano (esperen un momento confirmo con mi Anobii…
sí este verano).
Lo recuerdo muy claramente porque
fue cuando cambié mi estado en Facebook de «En año sabático» a «Leyendo a
Sabato». Sucede que tenía planeado leer la trilogía de Ernesto Sabato, solo era
cuestión de tiempo. Ya había leído El Tunel
y sé que los siguientes pasos en orden cronológico son Sobre héroes y tumbas y por último Abaddón el exterminador. Así que puse mis garras sobre la segunda
en la lista y me interné en sus páginas.
Sobre héroes y tumbas nos cuenta la historia del atormentado amor
entre Alejandra y Martín, en medio de la locura que envuelve a la familia de
ella y el famoso incesto que tiene con su padre. La novela termina como se
anunció desde un principio: El parricidio que cometió Alejandra, quemando a su
padre y suicidándose ella misma, finalmente. Pero a lo largo de todos estos
hechos, los enriquecedores diálogos entre los diferentes personajes son la
droga que no te permite salir de la adicción a su lectura.
¿Qué puedo comentar? Demás está
decir que muchas mujeres se han sentido identificadas con Alejandra, y no pocos
hombres la han maldecido por haber conocido su equivalente en algún momento de
sus vidas.
Martín es un joven solo. Él
conoce bien la soledad pues se siente despreciado aún por la propia madre. Abandonado,
subestimado y no querido, él se ve a sí mismo como un perro callejero sin
dueño.
«Y cuando llegaba a ese punto y cuando parecía que ya nada tenía sentido,
se tropezaba acaso con uno de esos perritos callejeros, hambrientos y ansiosos
de cariño, con su pequeño destino (tan pequeño como su cuerpo y su pequeño
corazón que valientemente resistía hasta el final, defendiendo aquella vida
chiquita y humilde como una fortaleza diminuta), y entonces, recogiéndolo, llevándolo
hasta una cucha improvisada donde al menos no pasase frío, dándole algo de
comer, convirtiéndose en sentido de la existencia de aquel pobre bicho, algo
más enigmático pero más poderoso que la filosofía parecía volverle a dar
sentido a su propia existencia. Como dos desamparados en medio de la soledad
que se acuestan juntos para darse mutuamente calor».
Esta condición es la que lo hace
más vulnerable a la tortuosa relación que tiene con Alejandra, una chica
extraña que se muestra interesada en Martín, pero que al irlo introduciendo más
en su vida personal y familiar siente remordimiento por el dolor que le vaya a causar.
Alejandra sin duda es diferente.
Su misteriosa vida hace que su existencia sea un tormento, pues sufre en exceso
ante los múltiples estímulos externos. A esto se le suma una herencia genética
que la conduce a la locura. Pero ¿qué es eso que la tiene tan abrumada?
Aquí quiero empezar la
explicación con un calificativo: Sabato es un genio. En muchos capítulos de la
novela, el autor nos seduce con una historia de amor que hace sufrir
inexplicablemente. Justo igual como el que mucho hemos tenido. Es por esas idas
y vueltas que algunos indican este libro como tierno, y no dejan de tener
razón. Los personajes de Alejandra y Martín son memorables, queridos y entrañables.
Nuestros yos internos ruegan que terminen juntos, para dar fin a la historia
que posiblemente aún tenemos. Pero no es así. Esta historia no es solo de amor,
es psicológica y sociológica. Es más, es hasta realista.
Ernesto Sabato toca en esta
novela el tema del incesto con una sutileza que te permite ser testigo, casi
sin juzgar, de uno de los hechos más castigados en nuestra sociedad. Alejandra
y su padre Fernando viven una relación incestuosa desde no se detalla cuántos
años atrás. Pero lo raro es que la novela no dice que sea violación (al menos
que se haya escapado a mis ojos), sino incesto. Es decir, la relación sexual
entre dos personas con parentesco sanguíneo. La única explicación que se da es
la locura por la que atraviesa el padre y que también absorbe a la hija. No
dicen que a Alejandra le disguste, pues, como toda relación sexual, al producir
placer se borran todos los estándares que la sociedad norma. Pero lo que se
intuye es que ella se siente culpable por la relación anormal con su
progenitor. Es por ello que decide terminar con sus martirios, acabando con la
fuente del pecado: Ella y él.
Creo que la historia entre
Alejandra y Martín es linda y romántica, pero si tuviera que elegir el centro
de la novela pues escogería a Alejandra y Fernando, por todo lo que implica y
los límites entre lo aceptable y condenable que este libro abre en debate.
Por último, quiero compartir una
canción que no sé si tiene algo que ver con Sobre
héroes y tumbas, si fue inspirado en ella o no, pero su letra me hace
recordar tanto a Alejandra. La eterna Alejandra.
Veremos en cuántos meses me
vuelvo a conectar. ¡Saludos!
6 comentarios:
Un libro de lectura recomendable que toca un tema tabú de una manera directa, expectante y lograda.
Saludos.
¡Hola Jorge! Muchas gracias por tu visita. Sí, ahora a seguir con la trilogía, rumbo a «Abaddón el exterminador». ¡Saludos!
He postergado su lectura porque no sé dónde lo he dejado (llámese "mudanza") pero hoy encontré la motivación que ya me hacía falta :)
Mua!
Hola Zara Ve, espero que ya hayas encontrado la novela y la hayas disfrutado tanto como yo. Cuéntame, ¿qué te pareció?
Saludos!
Excelente novela, la disfruté de principio a fin, solo me gustaría agregar lo que creo que simboliza Alejandra en la novela: Argentina y su decaimiento, para pensar señorxs... (Alejandra: 9 letras, Argentina...).
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