Sé que ando un poco obsesionada con Javier Marías, pero ahora sí prometo que este libro será el último que lea de él en lo que resta del año. Todas las almas (DeBolsillo, 2006) aparece en 1989 y reafirma el estilo característico que el escritor dio a conocer con El hombre sentimental (1986).
Lo primero que llama la atención es la relación entre el protagonista, «el español», y Javier Marías. Cómo bien lo explica el mismo autor, ésta es la primera novela en donde el prosista no solo presta su dicción al narrador, sino que también el lugar y el tiempo son comunes entre ellos. La historia es inspirada en los dos años que Javier Marías pasó como profesor en Oxford; incluso admitió que algunos de los personajes tienen un parecido a algunas amistades que el escritor hizo en esa ciudad. Sin embargo, esas características no hacen más que alimentar el lado morboso que tenemos algunos lectores con pensar que todo texto tiene algo de autobiográfico.
Por otro lado, el autor reflexiona sobre la experiencia y estilo de vida en Oxford, el engaño, las relaciones humanas, la muerte y demás expresiones que encierra la vida misma. Todo ello insertado en un texto que para muchos podría resultar aburrido por la carencia de acción; pero como escuché por ahí: «En Javier Marías no se trata del qué (fondo), sino del cómo (forma) se cuente».
Una observación aparte y personal (que más puede pasar como curiosidad) es la fascinación (obsesión) que Javier Marías tiene con el adulterio. Por ejemplo, de las tres novelas que voy leyendo de este autor (Mañana en la batalla piensa en mí (1994), El hombre sentimental y Todas las almas), y que fueron elegidas de manera fortuita, todas comparten el tópico/situación de la infidelidad en sus páginas. Sin embargo, aunque para muchos este fenómeno puede resultar repetitivo, la narración y reflexiones del autor hacen que de alguna manera u otra te logres mantener enganchada a su obra.